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Todo comenzó aquel día en el instituto. Era invierno, aunque el día era soleado y se estaba bien. Estábamos en el patio, en el momento del recreo. El recreo era el momento del fútbol. Vaya sudadas me pegaba. Siempre he sido muy competitivo, así que me lo tomaba muy en serio. Aunque fuera la típica pachanga, a mi me gustaba ganar. Eso de lo importante es participar nunca fue conmigo. Yo necesitaba ganar, me encantaba destacar. La verdad es que era bueno. No sólo en el fútbol, sino en general, se me daban bien todos los deportes. Y eso cuando eres joven te ayuda a hacer amigos, sobre todo para una persona tan introvertida como yo. Nunca fui el niño más popular de la clase. Pero a la hora de jugar, los más populares sí que me querían en su equipo, y eso mola.

Así que allí estaba yo, un adolescente normal y corriente, con buena predisposición para los deportes, jugando al fútbol con los compañeros de clase, en vaqueros, camisa y jersey eso sí. A mi madre le gustó siempre llevarnos bien vestidos a mi hermana y a mí. Pero como dice Conan al final de la película: “es otra historia”, así que, si te molan mis historias, me lo dices y quizá te la cuente otro día.

La cuestión es que aún puedo recordar la sensación de sentir mi cuerpo acalorado y empapado en sudor bajo el jersey y la camisas cuando acababa el recreo y tenía que volver a clase. Esa primera clase tras el recreo era incómoda, porque mi metabolismo se aceleraba tanto con las carreras en el patio persiguiendo el balón, que cuando tocaba entrar de nuevo en clase y sentarme, mi cuerpo todavía seguía super acelerado al menos media hora después de estar sentado en mi pupitre. 

Pero volvamos al patio. Ahí estaba yo, con mis vaqueros, camisa y jersey y sin parar de correr, jugando con mis amigos al fútbol cuando de repente, vi como un balón se acercaba a mí. Pero no era nuestro balón. Este balón que se acercaba a mi, provenía de la otra punta del patio, donde jugaba el grupo de chavales del curso inferior al mío. Recuerdo el balón botando, una y otra vez, acercándose cada vez más a mí, como en cámara lenta. Algo en mi interior me decía que esta era mi oportunidad para lucirme, y meterle un buen patadón. Así que, sin dudarlo, me preparé para lanzar un potente disparo y devolverlo a la otra punta del patio, en plan Ronald Koeman. Lo que no me percaté fue que uno de esos chicos del curso inferior venía corriendo hacia mí con intención de recoger su balón, pero, absorto en mi propia idea de no desperdiciar una buena bolea que cruzara todo el patio y demostrar quién mandaba allí, cargué la pierna y pegué un trallón que flipas.

Fue justo después de lanzar ese “ladrillazo” cuando levanté la vista y lo vi: el chico que venía por el balón se había detenido justo frente a mí, con una expresión mezcla de incredulidad y enfado. A ver, te he dicho que era bueno jugando al fútbol. Pero piénsalo, si yo hubiera sido un mega crack del fútbol, ¿realmente crees que me habría hecho culturista? Pues eso, que pegué un cebollazo que casi le meto en la cara al chaval que venía por él.

Mal asunto porque ese chico que venía tras el balón, a pesar de ser de un curso inferior al mío, era el repetidor de la clase. Creo que todos hemos tenido un repetidor en clase, uno de esos que parecen adultos en una clase de  adolescentes. Un niño con barba y pelos en los huevos vamos. Yo, en comparación, parecía un crío. Mucha gente que me sigue, se piensa que yo nací cachas o yo qué sé, pero lo cierto es que cuando fui siempre un flaco. De hecho, cuando comencé en el gym, recuerdo llevar dos años y celebrar haber superado los 80 kilos, midiendo 1,86. Eso de superar los 80 kilos fue un super logro para mí, o sea que muy corpulento no fui nunca.

Pero aquel día pesaría como mucho 70 kilos, y aquel repetidor con barba y pelos en los huevos me echó una mirada que me dejó paralizado; una mezcla de desprecio y desafío. Me miró a los ojos, y antes de que pudiera reaccionar, me soltó tremenda colleja.

No fue realmente un golpe muy agresivo. Simplemente una colleja, una de esas que te duelen más en el orgullo que en la cabeza. Pero me sentí pequeño, débil y, sobre todo, humillado. Miré rápidamente a mi alrededor, esperando que nadie más hubiera visto lo que acababa de pasar. Sobre todo las chicas, que se juntaban en corrillo pegadas a los muros del edificio del insti, para hablar de chicos mientras hacían ver que no tenían mucho interés en los chicos. Pero ahí estaba yo, sin valor para devolver la colleja, con la cabeza gacha, el corazón acelerado, y rezando para que las chicas hablando de chicos pero sin hacer ver que miraban a los chicos hubieran visto que un macho alfa me había puesto los huevos en la cara.

Y ahora veo que, casi treinta años después, mi mente asoció esa colleja con un sentimiento de impotencia, rabia y humillación, y lo guardó en la base de datos mi subconsciente. Y ahí ha estado todos estos años, hasta que al preguntarme por qué razón me apunté yo a un gimnasio, de repente ha florecido este recuerdo. Supongo que, en ese instante tan insignificante y tan poderoso a la vez, algo cambió dentro de mí.

Pero supongo que no fue hasta uno o dos años más tarde que me empezó a llamar la atención eso de no sentirme débil y vulnerable, sino estar fuerte y grande. Aquella colleja despertó la necesidad de ser alguien a quien los demás respetaran y que por supuesto, nadie se atreviera a darle una colleja nunca más. Porque odiaba las collejas.

Ahora veo que aquella colleja despertó algo, pero ahí se quedó. De hecho recuerdo el momento preciso que desencadenó el que yo quisiera ponerme fuerte. La chispa que hizo explotar mis ganas de ponerme fuerte.

Era un sábado por la noche. Los sábados por la noche en TeleMadrid, la cadena autonómica de la Comunidad de Madrid, echaban el Megahit. El Megahit era una película de acción típica de los 80 y 90. “¿qué películas eh? Ya no se hacen películas como esas. Me gustaría saber cuál era tu película favorita de acción de esa época. Escríbeme y me lo cuentas”

Yo recuerdo estar en la cocina. Mis padres tras cenar se iban al salón a ver la tele, y yo me quedaba remoloneando para poderme quedar a solas en la cocina y ver la tele ahí yo sólo. Supongo que disponer de un mando para mí, me hacía tener la autoridad que en el salón no tendría jaja. Total, que en el Megahit aquel día estaban echando una película de acción. La película era “Soldado Universal”, con Jean Claude Van Damme y Dolph Lundgreen. Dolph Lungren era el rubio alto que hacía de malo. El mismo malo que Stallone cogió para hacer de malo en Rocky III, ya sabes aquella en la que lucha contra un Ruso. Los americanos en los  80 y 90 les molaba mucho todo el tema de EEUU contra la URSS. Todavía estaba reciente la Guerra Fría, y el conflicto entre Capitalismo americano y Comunismo soviético daba mucho juego. El bien contra el mal. Igual que en Soldado Universal, unos soldados que tras fallecer en acto de combate, les trasformaban en una espece de cyborgs sin sentimientos ni capacidad de decisión que podrían ser manejados fácilmente y acatar órdenes sin poner en duda la autoridad. Pero al poco de revivir, resulta que dos de los soldados cyborg comeinzan a tener recuerdos, y comienza a aflorar en ellos su parte humana, basada en los recuerdos. Y uno era una buena persona, un buen soldado, y el otro había sido un soldado despiadado y asesino, así que el malo en este caso Dolph Lundgren va a por e bueno, interpretado por Van Damme. Y según vi a Dolph Lundgren me dije “yo tengo que estar como este pedazo de bicho”. Si me pongo como este, ya verás como no me vuelven a dar una colleja en mi vida. Y joder si fue verdad. Es más, en diez años que estuve de poli, no he tenido que revolcarme jamás con nadie. Los delincuentes a los que detenía se metína en el patrulla solitos y sin necesidad de esposarles jajaja Pero como dicen al final de Conan: “eso ya es otra historia”. Te contaré más de esas si me lo pides. Tengo historias guapas en la policía.

La cuestión es que aquella colleja por devolver mal un balón, unido a la fascinación por Dolph Lungren en Soldado Universal, me hicieron comenzar esta pasión por las pesas y este deseo ardiente de ponerme grande.

Puedo decir que lo conseguí. Incluso se me fue de las manos, porque en mi adolescencia: “con ponerme como Dolph Lungren  ya me bastaba”. Pero claro, luego vi al puto Chuachenagger, y ahí ta se me piró la cabeza. ¿Has visto Depredador? ¡El puto amo qué locura! Pues eso, que quise más, y más, y puse en mi foco siempre en hacerme grande, y ahora vivo de ello. Y tengo la suerte de poder ayudar a personas que quieren ponerse cachas.

No sé cuál es tu motivo para ir al Gym, si quieres hablamos y me lo cuentas. Y me cuentas también tus objetivos. Yo lo conseguí. Me puse como el puto Dolph Lungren, qué mal actor era el cabrón, pero hizo dos o tres pelis muy guapas, y a vivir. Y a mi me inspiró, y jamás me volvieron a dar una colleja, así que objetivo conseguido ¿no? jajaja Yo lo conseguí. Me puse mucho más fuerte de lo que jamás imaginé. O quizá sí lo imaginé, y por eso lo cree.

Ahora la cuestión es ¿Qué te impide conseguirlo tú también? ¿Por qué no hablamos un ratillo y me hablas sobre tí? Me gustaría saber en qué punto de tu vida te encuentras, y qué objetivo te encantaría conseguir? ¿cómo te ves y cómo te gustaría verte? Agenda una videollamada conmigo y me lo cuentas

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OPINIONES DE SENSEITOS

#1

Nombre: Rafa
Fecha de envío: Feb 20, 2023 @ 12:06 AM
Reseña:
Lo mejor que podía haber hecho es contratar al Sensei, todas las semanas tengo un entrenamiento super currado y efectivo, acompañado de una dieta. Me he olvidado de prepararme los entrenamientos y comerme la cabeza, sólo tengo que hacer lo que me dice y enfocarme sólo en entrenar, comer, descansar y crecer. La aplicación está muy chula y está super bien explicado con un vídeo de cada ejercicio. Ahora entreno como un profesional y estoy viendo los resultados. Si tienes problemas con algún ejercicio se lo comentas en el chat privado y te lo resuelve, además se preocupa por ti y siempre está al tanto de tu progreso y sensaciones. ¡Ah! ser senseíto significa tener acceso a trucos de los que de otra manera no podrías beneficiarte. No te lo pienses más si te lo estás planteando, yo sólo me arrepiento de no haberlo hecho antes. ¡Ven con nosotros y aprieta la pata, se acabará el debate!

#2

Nombre: Bartolomé Reurer
Fecha de envío: Feb 1, 2023 @ 3:38 PM
Reseña:
Si haces lo que te pauta, tendrás resultados seguros. Muy buen trato y atención personalizada, es un buen preparador!!! Confía con él!!!!

#3

Nombre: Manu S

Fecha de envío: Ene 28, 2023 @ 8:06 PM

Reseña: Totalmente diferente a lo q había probado, la app es una pasada, te lo facilita todo al máximo. El sistema de entrenamiento me está enganchando tanto que no me cuesta ir 5 días al gym, el tener una rutina donde todas las semanas es un sistema nuevo hace que estés deseando empezarla. Esta semana con los ejercicios de máximo peso me he dado cuenta de la fuerza conseguida en las anteriores semanas. La dieta no me esta costando seguirla ya que los alimentos que te manda el Sensei están 😋. Mi más sincera Enhorabuena, esta vez seguro que consigo mis objetivos 💪

 

#4

Nombre: Sergio Cavia
Fecha de envío: Ene 26, 2023 @ 11:56 PM
Reseña:
La experiencia de tener a Luis como preparador es brutal! Cercano, accesible, muy muy claro, siempre dispuesto a ayudar a que entiendas tu dieta, suplementacion y rutina. Destacable, y que aporta valor añadido, que en la galería de la app continuamente hay contenidos exclusivos adicionales a YouTube para los alumnos!! Nos permite añadir y reciclar conocimientos con tips esenciales para tu rutina!!! Es la primera vez que puedo cumplir con el plan alimenticio sin tener NADA de ansiedad, deseos de atracones o asaltos a la nevera; Sensei ofrece una cantidad brutal de alimentos saludables y variaciones dentro del plan alimenticio que nos envía. Darle las gracias se queda corto, yo prefiero
 RECOMENDAR a Sensei Cubas sin ningún tipo de dudas!! Orgulloso de ser su senseito!!

1 comentario en «Inicio»

  1. Hola Sensei,
    ¿Solo un correo rápido para ver si tuvo la oportunidad de revisar mi correo electrónico inicial?
    ¿Es algo en lo que estaría potencialmente interesado?
    Gracias

    Responder

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